Al recordar mis profesoras de primaria: Dulfary, la Hermana Dolly, Rosita, te estoy hablando de los años 80, siempre me admiré de sus grandes conocimientos: te enseñaban las ciencias sociales y naturales, te enseñaban lenguaje con todas su reglas ortográficas, su semántica su sintáctica, enseñaban a sumar, restar, multiplicar, dividir, te ensañaban la religión guiadas por el catecismo del padre Astete, te enseñaban las oraciones católicas, y hasta los himnos de tu ciudad, tu departamento y tu país. Además te daban clases de dibujo, de danzas y nunca faltaban las manualidades. Con todo esto, les quedaba tiempo para conversar y ensañarte a ser educado, respetuoso, caballeroso (los niños), y pequeñas normas de etiqueta y cortesía.
Durante todo su jornada diaria de trabajo estaba pendiente de ti no sólo
en la parte académica, sino en la parte de formarte con valores.
Hoy en día desde la primaria hay un profesor para cada área y éste
docente sólo se limita a dictar su materia y cumplir con su horario y el
currículo, sin que le quede "tiempito" para "educar" a estos pequeños.
O, todo se ha vuelto un corre, corre, parece que solo nos estamos
interesando en dar a los niños una cantidad de información, o conocimientos
desde sus primeros años, y estamos interesado en sacar a flote sus habilidades,
sus destrezas, sus talentos creando en ellos desde su más tierna edad
un enorme egocentrismo y egoísmo.
Los docentes, sin importar nuestra área de conocimiento debemos velar
porque en estos niños florezcan los valores con que nos educaron a
nosotros, estas pequeñas normas o conductas
que les permitan aprender a
respetar al otro, a que no burlarse del otro, a que acepten sus diferencias, su condición, su
forma de pensar, esas actitudes que los lleven a ser colaboradores,
serviciales, justos, amigables, no egoístas.
Estos niños con todo su potencial que tienen, sus destrezas,
habilidades, aptitudes pueden ser explotadas pero llevadas de una manera en que
los pequeños aprendan a no hacer daño a los demás, a no pasar por encima de los
demás, a valorar a sus semejantes, a
respetar a sus pares y adultos, a querer
la naturaleza, a cuidar y dar valor a sus cosas y las cosas de su alrededor.